una mañana de invierno
Una mañana de invierno de cielo despejado y ligera brisa fresca que amortigua un sol tibio, que por constante unas veces y otras por ser inconstantes las rachas de aire; la estrella que nos acompaña desde nuestro nacimiento calienta de manera agradable mi cara y mi cuerpo al darme de frente. Estoy sentado en un banco del parque cercano a mi casa, en una soledad agradable, buscada y relajante, y esta sensación de calma que me envuelve me lleva a la playa del verano pasado y de otros anteriores, cuando tras un baño refrescante, que en este día de noviembre ha sido ocupado por los primeros fríos tímidos del invierno, mi cuerpo se coloca frente al sol y es calentado poco a poco mientras me relajo y mis pensamientos mas positivos me acompañan.
De repente cierro los ojos en mi presente y tras un breve intervalo de tiempo, me invade una sensación de paz y bienestar. Hace rato que mi mp3 desliza por mis oidos música antigua de un pasado muy remoto al que algunos de mis compatriotas sueñan con volver, pero yo de aquellas épocas solo elijo en este día su pasado musical.
Cuando abro los ojos veo una bandada de palomas y otros pájaros verdes que por nombre las empezamos a ver habitualmente como cotorras. Parece ser que sus dueños las sueltan cuando la novedad de los primeros días da paso, poco a poco, a la molestía que ocasionan sus constantes gritos. Curioso que se lleven bien con las palomas, otra especie que hace tanto daño a los edificios con la suciedad ácida que ocasiona. Me imagino que estarán unas y otras desplazando a especies menores como los gorriones y que ámbas se encuentran en el mismo escalón del ecosistema.
Al rato, un perrillo pastor de esos que abundan ahora, se enzarza en actitud de defensa con otro de color oscuro y genio aún mas negro. La llamada del dueño del segundo calma al poco la situación y el amigo del primero me ofrece una mirada de complicidad sonriente, yo que he presenciado la escena y parezco haberla comprendido. Un poco mas tarde, cuando el calor del sol en mi cuerpo vence definitivamente a la brisa fresca que viaja desde el norte, me levanto y me alejo dando la espalda a un cielo que sigue radiando calor ahora en mi espalda.